Doce instantes en la vida de aquel autor de "Constanza"





Guillermo Jiménez gran narrador zapotlense.

Seleccionados por Fernando Castro Chávez

El promotor cultural por excelencia, y periodista, entre otras muchas cosas, Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar, me ha honrado en invitarme a escribir algo acerca de Guillermo Jiménez, a quien los Arreola, Virginia y Juan José, me dijeran que necesitaba ser dado a conocer, lo que me he esforzado en haber tomando 81 fragmentos impactantes de su obra “Zapotlán” para los textos de mis “Ecos terrenos”.

     Arrojo pues, y sin más comentarios, a esta su mesa: doce instantáneas fotográficas notables en la vida de tan pintoresco personaje, semejante a muchos otros de los caracteres reales descritos por su tinta y por su pluma en el mencionado libro suyo (se dan las páginas de la referencia de la que fueron tomadas que se encuentra al final):

           Primera y única biografía de Guillermo Jiménez, escrita por Héctor Alfonso.

1 – “…Guillermo Jiménez llevó en esa ocasión un paraguas negro grande y mientras esperaban la segunda llamada de campanas, se entretuvieron en poner en práctica una idea de Jiménez tomada de Leonardo Da Vinci; practicar la caída al vacío por medio de un paracaídas. En lugar de éste se utilizaría el paraguas; Jiménez y Antonio Zacarías (al que le decían “Romanones”) se aventarían. Cuando se lanzó Antonio Zacarías y al ver Guillermo el golpe que se llevó, él ya no quiso brincar (Loc. cit., Sra. Margarita Constanza Jiménez de Suárez, hija del escritor).” (p. 47-48 de la ref.).

2 – “Guillermo, ¿qué te pasó?, mira, ya quebraste el brazo de la banca”. A lo que Guillermo contestó: “Lo bueno es que fue la banca que donó mi familia, así que no hay ningún problema (Loc. cit., Sra. Margarita Constanza Jiménez de Suárez, hija del escritor).” (p. 66 de la ref.).

3 – “En octubre de 1912, cuando Guillermo tenía 21 años, se encontraba en la plaza del pueblo, arriba de una tarima en un acto público. En el momento que estaba arengando, pasó su madre alcoholizada, le gritó entre la gente que se bajara de ahí y lo puso en vergüenza. Guillermo se bajó del estrado, tomó a su madre y se la llevó. Al conocer esta acción el señor cura presbítero Silviano Carrillo lo felicitó y le entregó una tarjeta donde escribió lo siguiente: “Pbro. Silviano Carrillo. Felicita a su feligrés, Guillermo Jiménez, porque anoche supo dar a sus amigos un ejemplo sublime de obediencia filial. Ciudad Guzmán, octubre 6, 1912” (archivo particular de la familia Suárez Jiménez).” (p. 50-51 de la ref.).

   Constanza obra literaria,  llena de de vigor y ternura, dedicada a su madre.

4 – “(Su obra “Constanza”, a su madre, de 1921) despertó interés en el público lector de la capital de la República Mexicana. Un diario capitalino (Excélsior, bajo su director don Rafael Alducín) realizó una campaña para que se instituyera el día de la madre en México (en 1922)… el libro contribuyó para que se estableciera el día de la madre.” (p. 91-93 de la ref.).

5 – “Todavía me duelen los nudillos (dice David Alfaro Siqueiros) de las manos de las horrendas golpizas que le di, por ese motivo, a Guillermo Jiménez, pues éste era particularmente grosero con nuestros pobres hijos (sus murales) apenas en el período de la amamantación (en: “Me llamaban el coronelazo. Memorias de David Alfaro Siqueiros”, Grijalbo, México D.F., 1977).” (p. 110 de la ref.).

6 – “…Ya me habían advertido (escribe San Rodrigo Aguilar Alemán) que el meridiano de Veracruz, más al oriente que el de la Metrópoli, marca el tiempo una hora antes; esta diferencia me iba a costar quedarme vendiendo helados en las calles del puerto, si no ha sido por el amigo (Guillermo Jiménez) que antes me había saludado…” (p. 114-115 de la ref.).

7 – “Hoy en la mañana al pedir al mecanógrafo Guillermo Jiménez que ayudara al oficial primero Ramón Corona a cotejar las pruebas del Boletín Oficial, según recomendación de Ud. me contestó con toda grosería que no hacía el trabajo que se le ordenaba “porque no quería”, aunque se lo mandara quien se lo mandara (México, 5 de marzo de 1927).” (p. 116-117 de la ref.).

8 – “Guillermo Jiménez tuvo la ocurrencia de copiar una gran página de un gran escritor… (Eduardo Colín, poeta y jefe suyo) tomó la pluma y corrigió la página. Sólo después, cuando ya tenía el documento en a mano, dijo Guillermo: - Señor Colín, me olvidaba decirle a usted que esta página es de José Enrique Rodó. El resultado fue que lo cesaron inmediatamente (narra esto el escritor oaxaqueño Andrés Henestrosa, en “El trato con escritores”, INBA, México, 1964; evento también atestiguado por Alfonso Taracena en “La revolución desvirtuada”, tomo 1, 1933, MX: Costa Mic.; 1966).” (p. 120-121 de la ref.).

Mural en honor a Jiménez, del pintor Edgar Chávez, en la Plaza 5 de Mayo de Ciudad Guzmán, destruido durante la remodelación de la plaza, durante la administración pública de Alberto Esquer. 


9 – “20 de diciembre de 1924. (Dice el ilustre escritor don Alfonso Reyes, en su diario): Doy dinero a Guillermo Jiménez, que anda en París como siempre, de aventura y escapada, habiendo plantado en México a una hermana de los militares Topete con quien iba ya a casarse…” (p. 126 de la ref.).

10 – “La prima (de Guillermo Jiménez, llamada Josefina Jiménez Martínez, hija del “Renco” Jiménez, el tío que llevó a registrar a Guillermo como hijo de padres desconocidos, en Cd. Guzmán, a 12 de marzo de 1891, quien quedó renco por intentar hacer una broma con una botella de cristal en forma de pistola a la que llenó de vino, y con la que amenazó a un borracho en una cantina, por lo que éste sacó una pistola de verdad y disparándola, ¡le destrozó la rodilla!) estuvo unos cuantos meses en México y se regresó a Zapotlán, según ella por dos razones: una porque a esta mujer no le gustaba mucho el trabajo de casa y otra (que puso como pretexto principal), porque Guillermo (Jiménez) era muy desordenado para vivir, que al recibir la quincena de su paga por su trabajo ésta ya la debía en las tiendas, por lo que con ese dinero pagaba las deudas y compraba cosas en exceso, vinos y otros productos en una forma despilfarradora, por lo que no le pagaba nada a ella.” (p. 128, 43 y 30-31 de la ref.).

11 – “Dijo luego, en un momento de noble exaltación, que esa velada no la merecía él (Guillermo Jiménez). Que había una persona más fuertemente vinculada con la cultura del pueblo. Que esa persona a él mismo lo había llevado de la mano y a otros escritores reconocidos, como Juan José Arreola… un guía siempre dispuesto a iluminar el difícil camino de las letras…: don Alfredo Velasco (Cisneros, escrito por el fotógrafo y escritor de Tecalitlán Félix Torres Milanés, octubre de 1960, tomado de Presencia, órgano del grupo Arquitrabe; siendo el maestro de ceremonias el Juan José Elizondo de extremadamente infeliz memoria).” (p. 166-167 de la ref.).

12 – “De mil amores me iría a vivir a un pueblo (le escribe Guillermo Jiménez a Alfredo Velasco Cisneros), pero mi mujer es flor de asfalto, no consiente vivir lejos de la capital… con mucha modestia podíamos vivir en Florencia, pero ni hablar de esto a mi santa y caprichosa consorte (Margarita Martínez Araúna Portilla, quien le engendrara a Guillermo una única hija llamada Margarita Constanza Jiménez, nacida el 5 de mayo de 1937).” (p. 171 y 127 de la ref.).

     Entonces, en los brillantes párrafos anteriores hemos visto a Jiménez interactuar con Zacarías, tío del odontólogo y literato Vicente Preciado Zacarías, quien se casó con una mujer que le gustaba al primero, pero también lo vemos interactuar con su madre y con Silviano Carrillo, así como con Alducín (muy posiblemente), y con Alfaro Siqueiros (muy seguramente, siendo testigo de ello su propia quijada), luego ayudando a Rodrigo Aguilar a llegar a tiempo a su destino, luego lo vemos negándose a ayudar a Ramón Corona (pero no el famoso Corona), haciéndole una broma pesada al poeta Eduardo Colín ante el testimonio de Henestrosa y de Taracena, recibiendo un donativo del mismísimo Alfonso Reyes, quien también ayudara financieramente a Arreola, y aparentemente abusando de los servicios de niñera gratuita de su sobrina Josefina Jiménez Martínez, hija de aquel tío que lo llevara al Registro Civil de recién nacido; lo vemos también honrando públicamente, en su propia ceremonia de reconocimiento local, a su mentor y al mentor de Arreola, don Alfredo Velasco Cisneros ante la presencia de Torres Milanés y de Elizondo, entre muchos “pollos gordos” de la cultura de aquella época; finalmente lo vemos, en esta mi selección muy parcial, escribiéndole al mismo Velasco Cisneros en relación con algo que a mí como hombre y como futuro esposo y padre de una bella familia, Dios mediante, me da mucha tristeza, que no se animaba ni siquiera a decirle personalmente a su propia esposa que su deseo más profundo era salir de la monstruosa capital mexicana, en donde aparentemente terminó sus días ante la frustración de no animarse ni siquiera a expresarle esto a su mujer la hermosa, doña Margarita Martínez Araúna Portilla (a la que también critica diciendo: “(Guillermo Jiménez) disfrutaba de una o dos veladas extraordinarias en compañía de sus amigos y de los amigos de su mujer, que, como te dije, se sentía de sangre azul y tenía un espíritu imperativo, por lo que me quería manejar hasta en mi régimen personal… Guillermo Jiménez no era ninguna perita en dulce…”, dándole esta entrevista la mismísima sobrina a Alfonso Camacho, en “De médico, poeta y loco”, primera edición del autor, Cd. Guzmán, Jal. 2003). (p. 128 y referencias dentro de la ref.).

     En fin, tiempo me faltaría para hablar de cómo Guillermo “se inventó”, en su obra capital la locación del lugar exacto de su nacimiento en su pueblo de origen, así como “El mundo” que fabricó Jiménez en su escuela infantil, del universo que descubrió en los libros del seminario, en donde tenían a “las obras malditas” de Voltaire, Rousseau, Spencer, Víctor Hugo, y hasta los dos Dumas eran en ese entonces censurados (lo que causa sorpresa ahora, ¿verdad mosqueteros?), “y el tétrico Leopardi” (p. 61 de la referencia…; en fin, yo ya me cansé de buscar a mano en las hojas de los libros sin tener las versiones electrónicas que Héctor (H. A. R. A.) me prometiera, por ejemplo en Word, o ya de perdida en un PDF copiable, cada cosa que recuerdo que leí acerca de él, como por ejemplo, no encuentro eso que leí de las obras perdidas que no pudo encontrar el investigador, entre ellas otro libro de otro estudioso literario que quién sabe en dónde pararía, o el nombre preciso del diario en el que Memo ganó con aquel cuento misterioso, o la anécdota precisa que solamente Orso Arreola Sánchez conoce de la broma pesada que el amigo, a través de su vida y obra, Jiménez le jugó a Pablo Neruda, a quien por su volumen le llamaba él, quien no tenía cara alguna para hacerlo: “Ne-Buda”, todo ese material manuscrito que la familia de G. J. posee, a mano de su abuelo-padre adoptivo y del mismo escritor que egoístamente le negaron investigar al estudioso que hacía sus “pininos” con ese trabajo (dejando, como muchas otras palabras de autores famosos que se encuentran estancadas, en el olvido o en lo tibio, y tal vez perpetuo, es decir, que ni “pa’ Dios ni pa’l diablo”, pero: “¡Hey, así ha estado Guillermo Jiménez durante mucho tiempo, por lo que con este esfuerzo y el de otros, espero que ya sea tiempo de sacarlo de allí!” Por eso yo apoyo con todo mi ser el esfuerzo futuro que HARA quiere hacer de instituir una “Cátedra Guillermo Jiménez”, comenzando aquí desde “Zapotlán”, y tal vez con la participación de un humilde servidor, pero ya veremos cómo se desenvuelve todo esto, Dios mediante; pero ojalá y la familia no sea como la mujer del otro filósofo que se cansó de que se promoviera el buen nombre de su esposo, o la otra familia de un pueblo cercano al nuestro, la que tiene atrapadas en sus garras a las obritas pesimistas que se han “disparado hasta las nubes” de manera innecesariamente exagerada de su único familiar ilustre, y aquí no daré nombres para evitar herir aún más las susceptibilidades de sus bolsillos)… Hehee (o, aquí en MX diría: Jejeee, transformando la “H” en una “J”), en fin, sería una lista interminable de etcéteras que prefiero cortar aquí: (en el punto siguiente).), sus bellas narrativas de su vida de miserable en París, y luego su vida elegante en Viena, el hecho de que su encuentro con aquel barbón de don Venustiano Carranza (al que de niños le decíamos en la escuela “el Bomberustiano Cacarrancia”, ¡perdón!), el supuesto, por su uniforme de ese mismo color de la nostalgia americana: “Caballero azul de la “esperanza”, encuentro decía que no le sirvió absolutamente para nada, lo que desmiente el mito de que ese político “Constitucionalista”, quien ya en el poder aparentemente también se olvidó de sus principios, como todos o como casi todos los políticos o politiqueros (al decir de Arreola) lo hacen, desmiente el mito, decía yo, de que ese grillo fue quien envió a Guillermo Jiménez a París, lo cual no es cierto, y de cómo aconsejó a Arreola con tres frases enormes, para que éste triunfara en su carrera… lo cual espero comentar en otro artículo acerca de sus doce chispazos literarios según mi parecer.

      Novela: "Zapotlán" (1940) la mayor obra narrativa Jimeniana.

     Finalmente, he de loar la labor del señor H. A. R. A. que publicó una gran labor investigativa y se mantuvo honesto a sus principios, a pesar de que la familia del autor que éste investigaba intentó censurar su obra para que entonces fuera una obra “autorizada”, agradezco pues, a Héctor Alfonso, que se haya mantenido al margen de esas tijeras que lo único que hubieran hecho es falsificar la verdadera imagen del escritor en cuestión, la cual, con todos sus defectos y humanidad doliente, nos parece, al menos a este humilde escritor, ¡más admirable!, como le comentaba yo a Ricardo Sigala ayer, después de nuestro banquete de “Alas letras” en “La Mexicana”, que esto lo hace verse como surgido de su propia obra maestra de “Zapotlán”, cuyo título usaré como parte del título de mi siguiente entrega al gran promotor cultural sin fronteras, sin bandera, y sin prejuicios ideológicos, políticos o religiosos algunos, Héctor Alfonso R. A.

         Busto de Guillermo Jiménez en la plaza del Testerazo en la zona poniente de la ciudad.

     Se espera poder hacer lo mismo con doce fragmentos memorables tomados de sus escritos que con toda amabilidad me va a proporcionar el dueño de la referencia que viene abajo, ¡muchas gracias por tolerarme un hablar al desnudo de Guillermo Jiménez y sus tiempos (ya que así lo comencé viendo desde mi primer epígrafe para mi primer cuento, citando a aquella pesadilla que él mismo tuvo en “Zapotlán”; en fin, está pendiente entonces que escriba otro para Mr. HARA pero esta vez, ya no de su vida incierta, sino ciertamente de su obra)!

Por un periodismo veraz, honesto, crítico y abierto:
Fernando Castro Chávez,
A 20 de octubre del 2018, desde los dos volcanes que miran a “Zapotlán”.

Referencia: Rodríguez Aguilar, H. A., Guillermo Jiménez. Ensayo biográfico. Guadalajara: Archivo Histórico Municipal de Zapotlán el Grande; 2010:208 p.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Guillermo Jiménez, uno de los grandes de Zapotlan

Zapotlán de Guillermo Jiménez vista desde la inteligencia artificial.