Doce fragmentos del escritor y mentor de Arreola que llegara a ser el autor de “Zapotlán"
Dibujo de Guillermo Jiménez, elaborado por Salvador Pruneda en 1948.
Selección de Fernando Castro Chávez
Amables lectores, lo prometido es deuda, aquí está mi lectura de doce
fragmentos, más una más en la comparación que hago en el apéndice de este
texto. Pero, comenzando con lo mero bueno, quisiera aquí poner algunas de las
lecciones que Guillermo Jiménez le diera a Juan José Arreola cuando éste
comenzaba a escribir, las cuales fueron (y siguen siendo muy útiles para todos
nosotros):
1) El afán por la pureza del lenguaje,
2) El cuidado en las revisiones de textos para evitar las erratas, y
3) La necesidad de publicar o editar para darse a conocer a otros
(Tomado de: Rodríguez Aguilar, H. A., “Guillermo Jiménez, ensayo biográfico”. Archivo Histórico Municipal de Zapotlán el
Grande, Jalisco; p. 135-136).
Pero de Guillermo Jiménez, Max Aub y el yerno de Max han dicho lo
siguiente: "es un escritor de
segundo orden", y luego añade: "...era amigo mío (decía Aub en
una carta)", mientras que Federico Álvarez, el yerno de Aub, nos dice:
"Guillermo Jiménez fue un escritor
distinguido aunque no se acercó a los primeros lugares de la literatura en su
tiempo... crítico inteligente, discreto... era también experto en danza, sobre
la que escribió un par de libros". Éste último también nos dice lo
siguiente, como para “balancear el bote”: "No lo conocí pero parece que fue hombre afable de muchos amigos, que
escribieron sobre él elogiosamente (Abreu Gómez, por ejemplo[1])",
y también nos dice que: “La nota del
Diccionario de Escritores Mexicanos de la UNAM dice que tenía un estilo «que
recuerda a Azorín y a Gómez Carrillo. Sus relatos, verdaderas miniaturas,
intentan capturar un instante, un guiño, una mirada o el recuerdo que deja un
amor imposible».”
Pero Enrique Gómez Carrillo, de quien G. J. hablara en varias ocasiones,
incluyendo aspectos de su vida romántica, hasta le prologó un libro a Guillermo
Jiménez que H.A.R.A. fuera incapaz de conseguir, aparte de unos fragmentos del
mismo reseñados en una revista (me dice que es de 1922, publicado por la CEFIA francesa): “La ventana abierta”.
Por su parte, Tomás Solano escribe para la "Revista de la Universidad de
México" (de 1947) lo siguiente: "Una
prolongada estela de admiración sustantiva, esencial, reputa hoy día a
Guillermo Jiménez como uno de los más deliciosos escritores de Hispanoamérica."
Pero, aún más recientemente leemos lo siguiente: “…Zapotlán, una ciudad que es cuna de algunos de los grandes de la
cultura nacional del siglo XX: José Rolón, José Clemente Orozco, Juan José
Arreola, Consuelito Velázquez… La fama de Jiménez no es equiparable a la de
ellos...” (Pappe, 2009). Entonces nos preguntamos: ¿será cierto lo que
dicen?, pero yo diría: ¿quién quiere tener “amigos” como Max Aub que te ponen debajo
cuando deberían de ponerte al menos en medio? En fin, en el caso de su yerno,
éste parece indicarnos que fue dentro de “La canción de la lluvia” de G. Jiménez
que un texto inspiró a Aub a escribir su propio texto de “La gabardina” (que
supongo que ha de ser el cuento largo con el que cierra su libro, que fuera
premiado por un periódico capitalino que aún no descubrimos cual fue: “El
encanto del misterio”), ya que en el manuscrito del cuento, Max le daba
créditos al zapotlense de la siguiente manera (anotación que Aub tachó y reemplazó
por otra):
“Según me dicen, Guillermo
Jiménez publicó, hace tiempo, un relato sobre el mismo tema. Lo que aquí he
contado fue oído por mí de boca de un español recién desembarcado de allá, hace
unos meses”; después Aub cambió su historia para decir en su versión final,
que en vez de ser un español, que había sido su novia española la que se lo
dijo, pues su dedicatoria dice así: “A mi
novia, que me lo contó”, convirtiendo al español en una española novia suya
que llegaría a ser su mujer... (Soldevila, 2003).
Por mi parte, dejó aquí doce productos, más uno de última hora en el
apéndice, de la pluma de Guillermo Jiménez, así como ya antes hube de seleccionar
de una manera totalmente parcial e incompleta, doce momentos de los
innumerables que se narran de su vida, omitiendo allá otros igualmente
importantes, tales como cuando le aplastó la garra al tigre y los tres salieron
corriendo al ruedo del circo, o cuando tuvo su tarde de Aladino ante un rico
personaje oriental, o esta que me parece de capital importancia para este
escrito: ¡Que le donó la casona o mansión que él heredó en Zapotlán el Grande a
una parienta! (Y esta terminó vendiéndola, y los nuevos dueños, que pusieron
allí un cine (que hoy es una tienda de electrónicos), la derrumbaron con todo y
sus memorias, incluyendo aquella de cuando el abuelo de Guillermo (Gómez)
Jiménez se encontró un tesoro tremendo, que según él valdría para haber alimentado
holgadamente hasta a su quinta generación, pero que su preclaro nieto: ¡lo
regaló todo!; entre tanto, ya casado y con una hija, moriría G. J. triste en la
capital del país que a él no le sentaba bien pero a su esposa sí le sentaba).
Luego
platicando H.A.R.A. y yo con Orso, éste nos contó de la broma que a expensas de
Neruda, César Martino y él le hicieron al escultor Bracho, llamando uno de
ellos a su casa, pues éste había organizado una reunión cultural, diciendo que
eran de la “Secretaría de Gobernación” y que iban a mandar a la policía porque
en México estaban prohibidas las reuniones con fines comunistas, causándoles un
gran susto a los asistentes. En fin, esto es parte del regalo literario que el
animado Guillermo Jiménez nos dejó:
1 – "A medianoche desperté angustiado, sollozando; mi corazón era
una esquila. / ¡Mamá, mamacita! / - ¿Qué, mi cielo? / - Soñé a “Ojitos”. /
“Ojitos” era un hombre feo, era un enano desprendido de un capricho de Goya:
tenía la cabeza enorme, los ojos desiguales, la nariz imperceptible y la boca
desdentada y babeante. / Mamá me acarició los cabellos, me bañó de besos y
comenzó el conjuro: / - Padre nuestro, que estás en los cielos…" (Bellas
frases que desprendieron del corazón de los capitalinos, gracias al diario Excélsior de México y a su director
Alducín, el profundo deseo de celebrar un día del año dedicado a la madre: ¡y así
nació el 10 de mayo, gracias a su obra “Constanza”!: Jiménez, G. Constanza (1946):
final del fragmento 8; ésta porción me gustó porque muestra una ramificación
entre esta obra y la posterior de “Zapotlán”, en la que aparece el mismo
personaje de la vida real, y de esas pesadillas del niño Guillermo, y la
ternura con la que su madre lo consolaba).
2 – “Éramos muchachos de trece a catorce años de edad y parecíamos una
parvada de pájaros que, agitando sus ligeras alas en la opulencia de un cielo
azul, en una diáfana mañana de primavera, emprenden el vuelo al país del
Ensueño.” (Párrafo segundo de su primer escrito, combinación de literatura con
investigación, la mezcla de un hablar poético en prosa con un estilo de pseudo-ensayo,
al decir de Pazarín, dejando su caso no resuelto, con la pregunta abierta: que
si sería Kempis o Gerson o el Abad de Jesén el verdadero autor de aquel libro;
tomado de: Jiménez, G. “¿Quién es el autor de la “Imitación de Cristo”?”, Editor Ramírez, 1914; me gustó esta
frase porque habla de la frescura juvenil).
3 – “Hidalgo
Por Guillermo
Jiménez
Padre:
Cuando la
tigre, con dulce
Mansedumbre,
brinde sus exuberantes
Mamas a los
jóvenes corderos…
Cuando la
paloma duerma envuelta
En la amable
tibieza del ala
Negra del
milano…
Cuando los
cloróticos rayos de la luna se tornen rojos, rojos,
rojos…
Cuando
sembrando una hebra de luz
Brote de esta
sideral semilla
Con
esplendorosa gallardía,
Un lirio
sangriento…
Ese día se
esfumará tu glorioso
Recuerdo del
ardiente y noble
Corazón mexicano.”
[Poema ganador del concurso organizado por “El observador”, dirigido por J. Rodrigo Camacho, 1913; Guillermo
Jiménez lo ganó a sus 22 años, en septiembre de 1913, que era para el
aniversario 103 de la independencia de México; me intriga bastante el sabor
profético del poema, cuando habla de los rayos de la luna tornándose rojos, tal
y como nos lo dice el Apocalipsis bíblico y los profetas; en ese futuro
terrible, de veras que ¡quién va a andar acordándose de los héroes nacionales
ante los peligros del fin del mundo!]
“Glorioso excomulgado (Hidalgo), yo te saludo” (fue una declaración de
G. J. cuando dio la salutación del 15 de septiembre; Loc. cit., Sra. Gloria Bracamontes, citada por H.A.R.A. en su libro
biográfico de G. J.).
4 – “Es un judío indecente, que experimenta una loca y cruel
voluptuosidad en arrancar de nuestras manos a los mejores amigos. / Presuntuoso
y fatuo, es erudito a fuerza de mercantilismo perverso… /… acaricia los libros,
coquetea con las ediciones raras, regatea, hace repicar el oro en sus
bolsillos, vuelve a regatear, se lamenta, casi llora; nervioso se enrosca en
los dedos la cadena de acero; luego, indignado pone cara de vinagre y se da
toda la importancia de un banquero…” (Siendo esta una excelente caracterización
realizada por Jiménez, G. “El mercader de libros”, en: “La de los ojos
oblicuos” (1919); este texto me gustó porque ahora es muy poca la gente que se
anima a tener el valor de caracterizar a ese linaje ambicioso por lo que
realmente es, ¡y él se atrevió!, porque díganme: ¿cuántas películas de
Hollywood realmente los ponen a ellos como los culpables de algo?, ¡si son
precisamente ellos los que controlan también a la prensa!; ¡y aquí Jiménez tuvo
todas las agallas para denunciar el temperamento preciso de éstos criminales!).
5 – (Giovanni Papini habla a través de la pluma de G. Jiménez:) ““…prefiero
las ciudades muertas: Creta, Delfos… estos esqueletos de olvidadas colmenas
humanas me fascinan... Los americanos del Norte han prostituido a Europa; con
el dólar la han comprado como se compra a un infeliz vendedora de caricias. Los
Estados Unidos están embruteciendo al mundo entero con el cine...” En los
gruesos labios del señor Papini queda prendido el cigarrillo…” (Jiménez, G. “A
propósito de “Gog”. Una visita a Giovanni Papini” (1931); el texto se encuentra
completo en la página nueve de: https://archive.org/details/SocialVolXVINo12Diciembre1931;
esta me fascinó porque pareciera ser la continuación natural del punto
anterior, referente a esa estirpe viperina que fuera tan claramente
caracterizada por Jiménez, y aquí también denunciada por Papini al hablar de la
industria cinematográfica norteamericana, la que está controlada casi por
completo por aquellos mercaderes de conciencias, los cuales pretenden
condicionar a las poblaciones para que sometan dócilmente a sus propósitos e
intenciones, así de que: ¡bravo Jiménez! Y ¡bravo Papini!).
6 – “La muchacha más soñadora… se consumía de amor… las notas
desfallecidas se acurrucaban en las hojas secas” (referente a la joven que se
enamoró perdidamente del clérigo Cabeza de Vaca, (G. J. Zapotlán, ver en refs.), p. 47); “Era una mujer joven, llevaba el
pelo suelto… y un vestido blanco muy vaporoso” (refiriéndose a la misma mujer
caminando por Zapotlán, p. 46);
“Únicamente… el Padre (Pedro) Arróniz… (era) respetuoso… (y le dijo): Que Dios
lo ayude, compañero” (acerca del único clérigo afable con Cabeza de Vaca y su
mujer, p. 47); “La querida del Padre Cabeza de Vaca se envenenó… cuajada de
arrepentimiento” (hablando acerca de la mamá de don Alfonso y abuela de Mireya,
p. 48; todo esto aquí escrito contribuyó a que Adolfo Hernández Hurtado,
párroco entonces de la entonces “Parroquia”, en una inquisición de un hombre
contra otro, prohibiera y mandara quemar la obra de Jiménez).[2] Estos
son los fragmentos que yo seleccioné como epígrafes de algunos de mis textos
para mis “Ecos terrenos”, y me parecen, de nuevo, fenomenales descripciones,
junto a las otras anécdotas que implican la participación de Arroniz en la
misma obra, de dramas mortales debido al establecimiento de doctrinas de
hombres llenas de fingimiento, cuyo fin es el de subyugar a las conciencias, y
garantizar la seguridad financiera del sistema y de sus cabezas.
7 – “…Yo no hago literatura como tú; la retórica sólo sirve para los
niños románticos, para ti y para mí, las cartas salen sobrando porque todo nos
lo decimos en el ritmo de un beso” (nota:
siendo este el fragmento seis de uno de los apartados más divertidos de
Jiménez, titulado: Cartas de mujeres, “A Don Francisco J. de Gamoneda” (quien
fuera un reconocido bibliógrafo), en: Jiménez, G. “Del Pasado” (1917); me gusta
porque la compañera dice francamente que ella no necesita de tanto para
convencerse de que “el ritmo de un beso” del ser amado, para ella, ¡habla más
que mil palabras!).
8 – “Cuando estas páginas tiemblen en sus manos, piense que el amor es
un bello fantasma que se esfuma como un celaje, que se pierde como el rumor de
un suspiro, que se muere como la flor que decora mi solapa” (Final de: Jiménez,
G. “El encanto del misterio”, en: “La canción de la lluvia” (1920); este me
parece tremendo porque, siendo un texto difícil de conseguir, ya que hasta la
historia precisa se ha perdido del periódico en el que G. J. ganó un concurso
con dicho cuento; aquí, de una manera directa con un símil o comparación, nos
dice que el amor es algo etéreo, que se esfuma, que se pierde, que se muere…, y
entonces, al menos a mí, nos hace reflexionar: ¿cómo entonces procederé, cuando
lo tenga, para hacerlo perdurar?).
9 – “…Una mujer larga, llena de sortijas, de brazaletes y de fantásticos
collares. En aquellos tiempos en La Rotonda pasábamos las tardes y casi las
noches frente a una taza de café. Charlando engargolábamos las horas, mientras
en el boulevard se cuajaba el iris… la nieve caía silenciosa… París, en aquella
época, era el deleite, la alegría de vivir” (Jiménez, G. “Balzac, homenaje con
motivo del centenario de su muerte” (1950); fragmento que también aparece, como
otros en esta obra, en su “Cuaderno de notas” (Ed. Águilas, México, 1929), bajo el título de “Un pintor japonés”;
siendo esta una evocación muy bella de un lugar lejano en un tiempo distante,
algo que despierta, no sólo el deseo de haber estado allí con ellos en ese
París artístico y cultural “engargolando
las horas”, en un clima decembrino: ¡lleno de calidez, de deleites y de
alegrías! ¡Aaay!).
10 – “Madrid… tus mujeres, ascuas que bordaron mi vida como un mantón de
Manila… El Escorial… El jardín. / Mirtos y Geometría. /...Y un pájaro de la
tarde que quiebra su oración de cristal…
París envuelto en bruma. Rumor de rodar como un perenne acorde… Rouen. A
lo lejos el gorjeo de una canción de amor: “Más bella que nunca, el corazón
lleno de esperanza / vas a intercambiar tu primer beso… ¡a la cita de amor esta
noche saldrás!”” (Fragmentos de “La ventana abierta” (el último, de la canción
de amor, G. J. lo puso originalmente en francés, pero aquí yo lo he traducido
parcialmente para ustedes), La Habana… Mi beso encendió su sangre eslava y sus
pupilas azules se agrandaron. Adiós mujer, tú para el Sur y yo para el Norte...
En Bruselas, en Varsovia o en París, siempre llevaremos untado al corazón el
recuerdo de un sueño sobre el mar. (Siendo este un libro en el que poéticamente
G. J. nos deja estampas de su paso por algunos de los lugares del mundo, el
cual le fue completamente imposible de encontrar en su totalidad a Héctor
Alfonso, o a mí; éste ha sido tan sólo un extracto de la revista: “La falange” (1922-1923), que dirigía
Torres Bodet, del 1 de julio de 1923; tomado de: Revistas Literarias Mexicanas Modernas, p. 210…; aquí, cada frase
de las que se han alcanzado a rescatar de este libro perdido hasta la fecha,
son como una piedra preciosa, ¡y cuantas más estarán escondidas en su original
en espera de ser descubiertas y rescatadas para la posteridad, para más
lectores tan fieles como los que esto leemos!).
11 – “…Tenía la creencia de que (Viena) era una ciudad deshecha, llena
de ruinas y de miserias… hay espectrales edificios, rincones asolados, pero los
vieneses están reconstruyendo su ciudad con verdadero fervor… ciudad llena de
sótanos, de cuevas y de catacumbas… es un enorme museo lleno de reliquias
fabulosas… toda ella nos embriaga como el más fino, como el más espirituoso de
los vinos viejos y nos hace soñar con la suavidad de una melodía de Mozart y
con la sensualidad de un vals de Johann Strauss”[3]
(fragmentos reimpresos de los textos de: Jiménez, G. “Viena amor mío” y “El
Congreso de Viena” (Viena: lugar en el que él estuvo de 1957 a 1959, ver ref.);
siendo esta otra descripción que nos transporta a lugares y tiempos pasados,
semejantes a aquellos que Arreola describe tan vívidamente en relación con su
encuentro de una Europa devastada justo después de la terrible “Segunda Guerra
Mundial”, pero que a pesar de la devastación, ¡la vida continúa, preservando
tesoros, disfrutando de vinos, de melodías, y más literalmente aún: de valses
al sensual vaivén del deseo…!).
12 – “Una nueva hoja del calendario se enlaza fugazmente a mi vida.
Nuevos follajes reverdecen dentro de mi corazón para deshojarse, más tarde,
sobre un lago de olvido; pero mi ternura quedará como una flor de loto en las
aguas serenas del pasado. La mañana comienza a dejar sus cabellos enredados en
las rendijas…” (La nostalgia profunda se advierte, de nuevo como desde el
principio, en un hablar poéticamente en prosa, y el deseo de transformar a esa
luz de la mañana, en algo más material y palpable, como ya antes lo hiciera en
varias ocasiones de manera muy bella con el sonido mismo materializado, lo que
les tocará a ustedes encontrar; tomado de: Jiménez, G. Zapotlán. Guadalajara: Hexágono; 1988:94; bellos fragmentos “fotográficos”
relacionados, G. J. los publicó antes de revelar el total, y se encuentran,
gracias a H. A. R. A., en un “Suplemento Cultural” de Colima (ver ref.)).
Y de nuevo, aquí, como en la previa selección de instantes en la vida de
G. J. que yo hiciera, este es solamente un muestrario de su breve pero rica y
apetitosa obra, por lo que en mi pensar, Guillermo Jiménez está al mismo nivel
que los otros grandes escritores del sur de Jalisco, pero con la diferencia de
que él siempre quiso ser independiente en verdad, sin contar con padrinazgo
alguno en su quehacer cultural, algo a lo que yo también aspiraría.
Agradecimiento:
Agradezco a Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar
por haberme entregado en formato electrónico toda su colección de textos y de libros
escritos por Guillermo Jiménez, como antes él lo hiciera de buen corazón y de
fe, con alguien equipado con un doble tinte traidor (pero, en fin, ¡sea por
Dios el perdón!)...
Apéndice:
En la obra de Guillermo Jiménez de los “7 ensayos sobre danza” (1950, aquella
que algún otro infeliz le plagiara, de cuyo nombre tampoco quiero acordarme),
la cual comienza bellamente diciendo, para el primer apartado, que incluye a
“Los Evangelios”: “La danza es la
expresión más alta de la belleza y del sentimiento, poema rítmico que
desenvuelve en cuadros vivientes la perfección de la forma y de las actitudes.
Color, música, poesía, escultura, todo está comprendido en ella. Lo superlativo
florece en un vuelo, en un gesto, en una ondulación, en los movimientos, en los
ademanes de una soberana del baile” (¡Qué bello!, ¡cómo lo que veíamos de
Strauss!); entonces, ha sido para mí una sorpresa el encontrarme con las hojas,
casi textuales, que G. J. copiara para su apartado número tres, que incluye a
la danza de la India, de una revista chilena en la que escribiera La Meri; he aquí la comparación, viendo a
la izquierda el texto original de dicha persona”, y a la derecha el de
Guillermo (se subrayan las diferencias; ejercicio importante, creo yo, para
notar algunas de las preferencias verbales del escritor; las ausencias
corresponden a los subrayados vacíos, todas ellas del lado derecho, del lado de
G. J.):
…<<Kathakali>>
es un drama a base de mímica. El tema está tomado de <<Mahabharatha>>,
de <<Ramayana>> y de diversas narraciones de interés Sávico.
Estos cuentos, el artista del <<Kathakali>> los dice por medio de
«Abinhaya» o sea el gesto estilizado. Las 24 «mudras principales del «Bharata
Natya» son un medio elástico del cual salieron centenares de combinaciones.
Mientras que con los
movimientos de las manos diseñan una idea, la apropiada emoción está
expresada por la cara y por los ojos. Así es narrada toda una
historia. Amor, ánimo, piedad, odio, pathos, desprecio, enojo, ferocidad y
otros parecidos estados de ánimo son expresados con tanta viveza y con
tal poder dramático, que su efecto en el público es infalible e instantáneo. Las
danzas que acompañan y siguen a la acción, son muchas y variadas.
El conjunto
instrumental está formado por dos tambores, un «Gong» y címbalos, y se adapta
mejor a ejecuciones al aire libre, que las de <<Kathakali>> precisamente
son, y al carácter predominante de este arte, que es la vitalidad y el vigor.
Este acompañamiento aparentemente limitado, es en realidad capaz el
más ensordecedor ruido. En otras partes de la India se toca el tambor
con las puras manos y los dedos, pero en Malabar se usan unos dedales a
propiados que hacen posible tocar «forte» durante horas enteras.
En los escenarios de
Kadhakali se prohibe la actuación de mujeres actrices.
La práctica, además de estar de acuerdo con la tradición escénica medioeval
hindú, reconoce el hecho de que la extrema complejidad de la técnica Kathakali,
que requiere un vigor elemental masculino, no está bien adaptada al delicado
cuerpo femenino. Los personajes femeninos son representados de una
manera muy eficaz por actores hombres.
El vestuario y el
maquillaje son en extremo complicados. El arreglo de la cara es un trabajo largo
y tedioso, y deja al actor totalmente transformado en algo que se sale de lo
humano.
Así, una cara verde expresa a tipos nobles:
personajes malvados son caracterizados por el color rojo o negro; el
color típico de las mujeres es el amanllo. Pesadas chaquetas con mangas,
enormes faldas de inverosímil amplitud, todo esto sobrecargado de joyas, cadenas
y listones, y además la cabeza cubierta con un enorme tocado tallado en
madera, de una forma similar a los de los Mathachines.
El procedimiento que
se sigue en Kathakali es el siguiente: Primeramente se hace el anuncio
de la danza, tocando fuertemente los tambores, llamados «Kelikottu». Después
viene el «Todyam».
Dos o más muchachos
entran y bailan una «Suukumara» (estilo gracioso). Sigue el «Nandi» en la forma
de «Vandana Slokas». Sigue el «Purapudu» o sea la procesión que
representa al héroe en toda su gloria. Esta danza es sucedida por un tema
musical llamado «Melappada», después de lo cual dos músicos cantan el tema
del drama y los actores mudos los expresan en forma de la danza
«Abhinaya». Entre una parte de la «Abhinaya» y la otra, y también al final de
cada verso, aparece «nrrta» o sea la danza pura, llamada «Kalasam».
La función de
«Kathakali» dura toda la noche y se lleva a cabo en el suelo raso, sin ningún
fondo escénico. Una gigantesca lámpara de bronce que alumbra a base de
aceite de nuez de coco, forma todo el alumbrado del escenario.
Un telón de vívidos colores es sostenido por una pareja de hombres, detrás de
los cuales están de pie los músicos. El ejecutante del «Kathakali» está tan
bien entrenado y tan bien enseñado a considerar su arte como la práctica del
«yoga», que sólo muy rara vez pierde el dominio de la situación o sobre el
público. Después de un principio relativamente tranquilo, la ejecución va
haciéndose cada vez más vigorosa, hasta llegar a un grandilocuente final que
emociona profundamente.
INDIA DEL SUR
BHARATA-NATYA
(Sadir Nautch)
No obstante la
generalizada convicción de que «Kathakali» es la forma más pura de la danza
hindú, existe un numeroso grupo de estetas que demuestran que «BHARATA NATYA»,
tal como se practica en la tierra de Tamil, es de origen más antigua
que «Kathakali» y es también una forma más pura del arte de la danza, tal
como lo concibe Bharata.
Esta danza, conocida
como Bharata-Natyam o Sadir Nautch es «lasya», es decir, femenino. Se supone que
fue creada por Parvati misma, y es bailada invariablemente por mujeres o por
actores masculinos que personifican a mujeres.
La danza Bharata-Natya incluye
Nrrta, es decir, danza pura: Nrtya o sea danza expositoria y Abhinaya,
es decir, pantomima, además de Nautch pura (combinación de canto y de
danza a base de gestos).
Tomado de: Russel de Carreras, M. (La Meri), 1939 (ver ref.)
|
““Kathakali” es un drama a base de
mímica –escribe La Meri. El
tema está tomado de “Mahabharatha”, de “Ramayana” y de diversas narraciones
de interés Sávico. Estos cuentos, el artista del “Kathakali”, los dice por
medio de “Ahinbaya” o sea el gesto estilizado. Las 24 “mudras” principales
del “Bharata Natya” son un medio elástico del cual salieron centenares de
combinaciones.
“Mientras que con los movimiento de las
manos diseñan una idea, la emoción se expresa en su cara y en sus
ojos. Así es narrada toda una historia. Amor, ánimo, piedad, odio, pathos,
desprecio, enojo, ferocidad y otros parecidos estados de ánimo se
manifestaron con tanta viveza y con tal poder dramático que su efecto en
el púbico es infalible e instantáneo. Las danzas que acompañaban y siguen a
la acción, son muchas y variadas.
El conjunto instrumental está formado
por dos tambores, un “Gong” y címbalos, y se adapta mejor a ejecuciones al
aire libre que las de “Kathakali”, y al carácter predominante de este arte,
que es la vitalidad y el vigor. Este acompañamiento aparentemente limitado,
es en realidad capaz del más ensordecedor de los ruidos. En
otras partes de la India se toca el tambor con las puras manos y los dedos; pero
en Malabar se usan unos dedales apropiados que hacen posible tocar “forte”
durante horas enteras.
En los escenarios de “Kathakali”
se prohíbe la actuación
del las mujeres ________. La práctica, además de estar de acuerdo con
la tradición escénica medioeval hindú, reconoce el hecho de que la extrema
complejidad de la técnica Kathakali, que requiere un vigor elemental
masculino, no está bien adaptada al delicado cuerpo de la mujer. Los
personajes femeninos son representados de una manera muy eficaz, por actores
_______.
El vestuario y el maquillaje son en
extremo complicados. El arreglo de la cara es un trabajo largo y tedioso y
deja al actor totalmente transformado en algo que se sale de lo humano.
____ Una cara verde expresa a tipos
nobles; personajes llenos de maldad son caracterizados por el color
rojo o negro; el color típico de las mujeres es el amarillo. Pesadas
chaquetas con mangas, enormes faldas de inverosímil amplitud, todo esto
sobrecargado de joyas, cadenas y listones, y además,
la cabeza cubierta con un enorme tocado tallado en madera, en una
forma similar al de los Matachines.
El procedimiento que se sigue en
“Kathakali” es el siguiente: Primero se hace el anuncio de la danza,
tocando fuertemente los tambores, llamados “Kelikottu”. Después viene el
“Todyam”.
Dos o más muchachas entran y bailan una
“Suukumara” (estilo gracioso). Sigue el “Nandi” en la forma de “Vandana
Slokas”. Luego, el “Purapudo”, o sea la procesión que representa el héroe en
toda su gloria. Esta danza es sucedida por un tema musical llamado
“Melappada”, tras de lo cual dos músicos cantan el tema del drama y
los actores mudos lo expresan en forma de danza “Abhinaya”. Entre una parte
de la “Abhinaya” y la otra, también al final de cada verso, aparece “Nrrta”,
o sea la danza pura, llamada
“Kalasam”.
La función de “Kathakali” dura la noche
y se lleva a cabo en el suelo raso, sin ningún fondo escénico. Una gigantesca
lámpara de bronce __________, a base de aceite de _______ coco, es
todo el alumbrado del escenario. Un telón de vívidos colores es sostenido por
una pareja de hombres, detrás de los cuales están de pie los músicos.
El ejecutante del “Kathakali” está tan
bien entrenado y tan bien enseñado a considerar su arte como la práctica del
“yoga”, que sólo muy rara vez pierde el dominio de la situación sobre el
público. Después de un principio relativamente tranquilo, la ejecución va
haciéndose cada vez más vigorosa, hasta llegar a un grandilocuente final que
emociona de modo profundo.
____________
___________________________
No obstante la generalizada convicción
de que “Kathakali” es la forma más pura de la
danza hindú, existe un numeroso grupo de estetas que demuestran que Bharaa Natya, tal como se practica en
la tierra de Tamil, es de origen más antiguo que “Kathakali” y es
también una forma más pura del arte de la danza, tal como lo concibe Bharata.
Esta danza, conocida como Bharata Natyam o Sadir Nautch es “lasya”, es decir, femenino. Se supone que fue creada por Parvati misma, y es
bailada invariablemente por mujeres o por actores que personifican a mujeres. La danza Bharata-Natya incluye “Nrrta”, es decir,
danza pura; “Nrtya”, danza expositora, y “Abhinaya”, pantomima, además
de “Nautch” pura: _combinación de canto y de danza a base de gestos_”.”
(En
Jiménez, G. 7 ensayos sobre danza. UNAM (Wilberto Cantón), 1950; cortesía de H.A.R.A.).
|
Otro de los ensayos de G. J. dentro de ese mismo libro: “La danza en
México”, en una versión inicial, se encuentra en: https://tinyurl.com/GJ-LDEM).
Algunas de las Referencias:
Castro Chávez, F. Ecos
terrenos. 2018. Libro Amazon: https://www.amazon.com/gp/product/1720002037 Kindle: https://www.amazon.com/gp/product/B07H15MN9Q
Gómez, A. Sala de retratos. México: Leyendas,
1946: 144-145.
Jiménez, G. 7 ensayos sobre danza. UNAM (Wilberto
Cantón), 1950.
Jiménez, G. A propósito de “Gog”. Una visita a Giovanni Papini. Cuba: Social, dic. 1931(16:12):9.
Jiménez, G. Balzac, homenaje con motivo del centenario de su muerte. C.
1: El París que yo conocí. México, DF: Librairie
Francaise; 1950.
Jiménez, G. Constanza. 5ta. Ed. México, D.F.: Porrúa; 1946.
Jiménez, G. Del Pasado, de la Ed.
Andrés Botas, México, 1917.
Jiménez, G. El encanto del misterio, en: “La canción de la lluvia”; Librería española, 1920.
Jiménez, G. El mercader de libros, en: “La de los ojos oblicuos”,
México: Librería española, 1919:150
p.
Jiménez, G. Hidalgo. Zapotlán el Grande: “El observador”, 1913. [Poema ganador de concurso].
Jiménez, G. La ventana abierta (fragmentos tomados de: “La falange” (1922-1923), en: Revistas Literarias Mexicanas Modernas,
del original de la CEFIA, 1922).
Jiménez, G. ¿Quién es el autor de la “Imitación de Cristo?, Editor Ramírez, 1914.
Jiménez, G. “Viena amor mío” y “El Congreso de Viena”. México DF: Contexto – Revista Universitaria, mayo
de 1990:(1:2):71-74.
Jiménez, G. Zapotlán. Guadalajara: Hexágono,
1988:96 p.
Pappe, S. Presentación a “La de los ojos oblicuos” (facsímil de México: Librería Española de 1919:115 p.; Nota: Aquí Pappe pre-fecha su
“Presentación” al 2009, mientras que la “Historia del texto” y la “Nota
biográfica” tienen fecha del 2012, aún cuando ella dice esto: “De Guillermo Jiménez se sabe relativamente
poco: una pequeña biografía nutrida básicamente desde el archivo familiar cuya
principal función parece ser que se mantenga viva la memoria del escritor a
nivel local…”; ¿A qué pequeña biografía se referirá?, ¿A la de H.A.R.A. del
2010?, ¿por qué entonces no dar la referencia?). URL: http://www.lanovelacorta.com/1872-1922/ooin.php,
y en PDF con ocho notas adicionales de
Christian Sperling: https://tinyurl.com/GJ-LDLOO
Rodríguez Aguilar, H. A. Guillermo Jiménez. Ensayo biográfico.
Guadalajara: Archivo Histórico Municipal
de Zapotlán el Grande; 2010:208 p.
Rodríguez, H. “El plaquette
Zapotlán lugar…”, página 3 del “Suplemento Cultural”, Diario de Colima (núm. 13,469, año 42), domingo 25 de diciembre de
1994. URL: http://www1.ucol.mx/hemeroteca/pdfs/251294.pdf
Russel de Carreras, M. (La Meri),
La danza en la India. U. de Chile: Revista
de Arte, 1939:23-38. URL: https://web.archive.org/web/20180507004924/https://revistas.uchile.cl/index.php/AR/article/download/26045/27355/
Solano, T. Guillermo Jiménez. Revista de la Universidad de México. UNAM. 1947: No. 10, Julio, p. 10. URL: http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/ojs_rum/index.php/rum/article/view/4757/5995?
Soldevila Durante, I.
Varios cuentos distintos y una sola historia ¿verdadera? En: “Con Alonso Zamora
Vicente”. Alicante: Universidad de
Alicante, 2003:(T1):377-382. URL: http://www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/varios-cuentos-distintos-y-una-sola-historia-verdadera/
[1] Quien dijo: “…es uno de los
escritores más independientes… (de sus) recuerdos
han salido ya los mejores, los más acendrados libros, que ha compuesto…
(los que) quedarán en la literatura
moderna de México como ejemplo de lo que es una honda sinceridad expresada con
sencillez y emoción”, en Gómez, A (1946).
[2] Pero el autor del “Ficcionario”, y otros, han señalado que éste cura
Hernández Hurtado, ¡él mismo!, dejó a una criatura suya en Zapotlán, y si esto
fuera verdad, esto pondría a dicho Adolfo en la categoría de los grandes
hipócritas del planeta, como ese americano de Joseph Smith, quien bajo la
dirección de su mentor Sidney Rigdon, ambos se robaron y apropiaron de aquella
novela de segunda de Solomon Spaulding (o “Spalding”), y la transformaron en el
libro sagrado de su secta al llenarla de pasajes de la Biblia inglesa del rey
Jacobo (en inglés la King James Version),
¡con todo y las palabras en itálicas de
los traductores ingleses de dicha versión, para supuestamente hacerlas aparecer
en inexistentes placas de oro en dialectos prehispánicos que nunca existieron!
Entonces, esa secta está bajo la maldición divina por haber intentado adulterar
las Escrituras de la Biblia, ya que los fundadores del mormonismo removieron
por completo de su versión inicial de la Biblia el libro del “El Cantar de los
Cantares” de Salomón (y ustedes pueden ver aún esto en los libros escaneados en
Google y en otros lugares), ¡que dizque por pornográfico!, mientras que
ese José Smith estaba fornicando con cuanta jovencita seguidora de su secta de
mentiras se le antojaba, y así también sus secuaces, ya que los fundadores
mormones fueron polígamos, hasta que eso se prohibió entre ellos, aunque otras
de sus derivaciones lo siguen practicando hasta hoy, por ejemplo entre Texas y
Nuevo México; ese Rigdon ordenó que todos sus archivos fueran quemados tras su
muerte para borrar todo rastro de aquel origen lleno de engaños, y la copia que
él se robó de una imprenta, del texto original de Spaulding, lo que diera
origen al hoy llamado “Libro de Mormón” (es entonces el caso de una mala novela
elevada a religión), el cual está preñado de mentiras, como aquella de que
había rebaños de ovejas en el continente americano antes de la llegada de los
españoles; entonces, esa secta de la que Rigdon fuera su agente fundador y
Smith su vocero, es pura mentira y engaño, como aquella postura hipócrita de
Adolfo Hernández H.
[3] Aquí, al leer eso de los valses de Strauss, no pude contenerme de
agregar un Apéndice comparativo acerca de algo sobre los “7 ensayos sobre danza”
de G. J.
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